
Pocos cantaores pueden presumir de pertenecer a una dinastía tan grande, en calidad y cantidad, la que deviene directamente de "Sordo la Luz" y del tío de éste "Paco la Luz", inmenso siguiriyero. Y que además le relaciona con otras importantes ramas como la de los Morao, Tío José de Paula e incluso Mojama. Ascendencia que ha tenido una feliz continuidad en sus hijos Vicente, Enrique y José y sus sobrinos José Mercé y los Zambos. Ahí es nada.
Desde muy niño demostró una gran inquietud y una gran afición a lo jondo. Así, los domingos y días de fiesta solía acudir a las reuniones de cantaores viejos que calmaban su sed existencial a golpes de nudillos en los mostradores de los muchos tabancos jerezanos. Otro importante escenario de la producción natural del cante. Voces como las de Tío José de Paula y su hermano Ramón, El Chozas, Morao el Viejo, Paulera, Perico el Tito, Tío Cabezas, así como su padre y tíos fueron los primeros que injertaron, cual cepa, lo verídico de la queja emocional y el compás exacto de la bulería.
No obstante, su padre nunca quiso que Sordera (mote que le viene de su abuelo por la poca capacidad de audición) se dedicara a la vida artística. En aquel tiempo la profesión de cantaor ni estaba bien vista ni bien remunerada, lo que le obligó a trabajar en distintos oficios, una vez abandonadas las faenas del campo. Para mantener una temprana familia, que formó con Lela Varea Antúnez de las gentes del Gloria, laboró de tonelero, pescaero y lo que hiciera falta.
A la vuelta de su servicio militar, la vocación de cantaor le pudo por entero, y comenzó a frecuentar las ventas de señoritos que por entonces se situaban en el Parque González Hontoria, donde se monta anualmente la Feria de Jerez. Aunque su debut se produjo en La Moderna de la calle Arcos, donde sustituía a "El Carabinero". Fueron tiempos duros por lo inestable del dinero que se ganaba dependiendo de la generosidad o no del señorito de turno, pero también una buena escuela junto a nombres tan significativos como Tío Borrico, Terremoto o El Serna.
Su primera salida artística se debe a Beni de Cádiz, quien allá por los 50 lo enroló en una compañía por la Sierra de Cádiz, junto a Cojo Peroche o la Perla de Cádiz. Pero pronto fijaría norte a la capital Sevillana donde los artistas tenían un sueldo fijo y digno en los numeroso tablaos de la ciudad del Betis. Estuvo unas semanas en el Hotel Villa Mercedes para pasar luego al conocido Cortijo "El Guajiro", donde era rifado como cantaor de atrás para figuras como Matilde Coral o Rafael El Negro. Actividad que le benefició tanto en tomar tablas y oficio, así como ampliar el repertorio que traía de su familia y su Jerez natal.
A mediados de los 50 del siglo pasado, su familia crece de forma considerable y es cuando se planeta subir hasta Madrid, que por aquellas calendas se mostraba pletórico, en cuanto al flamenco se refiere. Gitanillo de Triana, tras oírlo en Sevilla, le habla de la Capital y hasta allí marcha, debutando en la Feria del Campo, para instalarse en el tablao de áquel, conocido como "El Duende".
Pero su mayor oportunidad se la va a lanzar un genio conocido como Manuel Ortega Juárez "Manolo Caracol". Éste convence a Sordera para que se incorpore a su tablao "Los Canasteros", lugar emblemático en el que, por entonces, paraba la flor y nata de los flamencos de España. Allí estuvo por espacio de 5 años consecutivos. También trabajó en Las Brujas.
Tras varios desplazamientos internaciones desde Londres a Nueva Zelanda pasando por Sudáfrica, en compañías como las de Manuela Vargas, comenzó su relanzamiento como cantaor en solitario.
Entre sus muchos reconocimientos cabe destacar un Primer Premio de Saetas en Jerez, el Premio Nacional de Cante de la Cátedra de Flamencología y el Primer Calle Alcalá de Madrid, entre otros. Así como, su labor como profesor en la peña Tío José de Paula y como padrino del Aula del Arte Flamenco de la Universidad de Cádiz en 1994.
Su diáfana discografía nos delata un cantaor muy honesto con la tradición de sus mayores, muy vivencial y adscrito a las formas interpretativas del barrio de Santiago jerezano. Destacó sobre todo en el fandango, en el que realizó una gran labor poniendo en circulación el del Gloria, y en la bulería por soleá, estilo del que se convirtió en un auténtico especialista y un válido transmisor.
Como persona siempre tuvo un gran talante llevando la cultura de sus gentes por todo el mundo. Artista dentro y fuera de los escenarios lo que le valió para ser reconocido como primer hijo predilecto gitano de Jerez de la Frontera en 2003.