
Este gatito se subió a un gato de peluche gigante en un centro comercial. Al principio solo quería echarse una siesta sobre la almohada que sostenía el peluche. Pero luego empezó a escalar como todo un explorador. Con sus garras, se aferró sin esfuerzo como si el peluche fuera su templo sagrado. Seguro pensó que había encontrado al dios supremo de los felinos.