
Su generosidad trascendía la pantalla: antes de encarnar a Patch Adams, ya visitaba hospitales infantiles en secreto para hacer reír a niños con enfermedades terminales; y cuando su amigo Christopher Reeve quedó tetrapléjico, fue a verlo disfrazado de médico soviético, provocándole la primera carcajada desde el accidente. En Good Will Hunting, improvisó tanto que hizo llorar y reír de verdad a Matt Damon, y hasta tembló la cámara por la risa del operador.
En sus últimos años, padeció demencia con cuerpos de Lewy, enfermedad que lo llevó al suicidio el 11 de agosto de 2014. Robin Williams, nos enseñó que incluso un corazón herido puede regalar luz a los demás