
El oro puro se coloca en un crisol y se calienta en un horno hasta que alcanza su punto de fusión aproximadamente en 1064 grados Celsius Este proceso requiere un control preciso de la temperatura para evitar que el metal se oxide o contamine Vertido Una vez fundido el oro líquido se vierte cuidadosamente en los moldes preparados Este paso debe realizarse con gran precisión para evitar derrames y asegurar que cada lingote tenga el peso correcto