
Efeméride del día de hoy: en 1900, muere Friedrich Nietzsche. Hijo de un pastor luterano, se formó en filología, pero pronto volcó su genio a la filosofía —o como él mismo decía, a la psicología: el estudio del alma humana. No fue reconocido en vida, vivió en soledad y pobreza, pero dejó obras decisivas como Así habló Zaratustra y Más allá del bien y del mal. Desde los años 1980, su pensamiento —el nihilismo, la voluntad de poder, la crítica a la moral y a la religión— ha sido revalorizado como anticipación de lo que sería el siglo XX. En 1889 sufrió el colapso mental que lo sumió en la locura. Una anécdota, no totalmente confirmada pero célebre, lo muestra abrazando en Turín a un caballo azotado por un cochero, murmurando entre lágrimas: “Perdónalo, porque no sabe lo que hace”. Sus últimos años transcurrieron en silencio, pero su voz quedó: la de un filósofo que, al desnudar el alma humana, también desnudó el vértigo de la modernidad.